domingo, 20 de septiembre de 2009







El ejercicio de las pautas cromáticas, que se aplicó o bien se aplicaran dentro de la clase de Apreciación Artística en el Colegio de Bachilleres plantel 1 El Rosario parten del concepto de las sinestesia y de las propuestas artísticas de Vasíli Kandinsky.
Aquí una síntesis de ambos temas:
El 2 de enero de 1911 Kandinsky, junto con su amigo Franz Marc y algunos colegas de la Nueva Asociación de Artistas, asistió al célebre concierto de Schünberg en Múnich, en el que se interpretaron, con escándalo público, Piezas para piano op. 11. Los pintores quedaron sacudidos por aquel innovador sistema musical, la atonalidad o dodecafonismo serial, que permitía asociar con absoluta libertad las doce notas cromáticas, acumulando sonidos diversos. A partir de entonces Kandinsky y Schünberg establecieron una relación y un epistolario imprescindibles para el estudio de las nuevas correspondencias entre música y pintura. Kandinsky escribía al compositor: “usted ha hecho realidad en su obra lo que yo ando buscando de manera incierta y con tanto anhelo para la pintura: el camino de las disonancias en el arte”. Sobre aquella confluencia entre música moderna y pintura abstracta, desarrollada entre 1908 y 1925, versa esta bella exposición que, además de proponer el modelo musical como base programática de la abstracción, ilustra el ideal moderno de sinestesia, o correspondencia entre sensaciones diversas en el arte. Un proyecto expositivo “diferente”, que, comisa- riado por Javier Arnaldo y coproducido por el Museo Thyssen y la Fundación Caja Madrid, creo que deja entreabierta una vía analítica de lo pictórico en relación a los 7 elementos expresivos y formales de la estética musical: entonación (escalas cromática y diatónica), timbre (factor vibratorio), dinámica (variedades de la intensidad), agógica (alteraciones en el tiempo), armonía (tonalidad), ritmo (divisiones del espacio) y modulación (orden métrico).
El color es más que un fenómeno óptico y que un medio técnico. Se manifiesta en otros ámbitos del ser humano, como el físico, el fisiológico, el perceptual, el psicológico, entre otros. Los colores tienen la capacidad de afectarnos o influenciarnos, e incluso de llevarnos a diferentes sensaciones. Esto es producto de un fenómeno psicofisiológico, como también por un fenómeno puramente psicológico
El proceso de sinestesia se produce porque los órganos de percepción humana traducen la información que portan las ondas de radiación energética a su lenguaje, a su correspondiente sistema –acústico, visual, olfativo, háptico–; entonces la sensación primaria (lo que realmente estamos percibiendo) llega determinada por dicha traducción al cerebro, el cual, obtiene las imágenes mentales o vivencias del mundo que nos rodea. Podemos decir entonces, que el proceso sinestético se da a través de una vinculación entre sensación percibida y sensación decodificada. Una sinestesia cromática provocada por una determinada sensación puede parecer una cualidad del objeto emisor, es decir, que quien experimenta la sinestesia siente inclinación a suponer que dicho fenómeno forma parte del entorno, del objeto; cuando en realidad lo que vemos forma parte del mensaje, de la radiación emitida según la impresión sensorial del receptor1 . Más claramente esto se da cuando ciertos colores nos aparecen ligados a sensaciones físicas, como por ejemplo, del gusto o del tacto. Ciertos tonos de naranja, amarillo y verde pueden parecernos ácidos al gusto, porque los asociamos al color de las frutas cítricas: naranja, limón y pomelo. Por su parte colores claros y pasteles como el rosado, tonalidades de amarillo pálido y celeste, pueden parecernos más dulces, porque los asociamos a los colores de los caramelos o de los malvaviscos.

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